La Maga

Allá por el 2001 mi hermano me trajo de prepo una gata, para la que no me creía preparado. Hacía poco había fallecido de un tumor feo una perra muy querida y ya había traído un perro (Tronquito) con el que tampoco estaba muy de acuerdo. Sepan entender, uno no puede hacer click tan fácil para olvidar el dolor de la pérdida y llenar el agujero que dejó un cuadrado con un triángulo porque nunca es lo mismo, incluso si fuera mejor.
Me acuerdo que mi hermano utilizó el mismo argumento para que ingresen a casa: “tenelos una semana, si cuando termina la semana no los querés, me los llevo”; cosa que obviamente no hizo, pese a mi negación pasado ese tiempo.
El tiempo pasó, mi hermano se fue a vivir, primero con su novia y al año se fueron a Neuquén. En ese plazo, los adopté y me responsabilicé de los tres, porque claro la gata tuvo crías y pudimos acomodar a varios, pero nos quedamos con una: “Atenea”.
Tronquito con el pinzamiento en la columna, Atenea con un palazo que casi la mata y el desprendimiento de la cola a la tercer vértebra coccígea (hay gente muy reverenda hija de puta) y Circe era la única y más sanita, que hasta llegué a pensar que los iba a sobrevivir a todos. Pero como parece ya una constante a mí alrededor, no llego a conocer la vejez en mi familia y ayer Circe se fue de este plano, probablemente porque un auto la pisó y ni siquiera pude ver el cuerpo porque al volver ya la habían juntado y metido en una bolsa…

Circe, mi maga: Te voy a extrañar, pero por desgracia más te va a extrañar tu hija Atenea que ahora queda sola en la casa, sin nadie que la corretee y con quien jugar.

Circe (27/03/2011)