Me encontré con un dilema, que lejos de resultar un problema existencial, es, apenas, una preocupación que ocupó mi cabeza durante unos quince minutos. Antes de seguir con mi trabajo y preocupaciones habituales, quería dejarlo planteado acá y que ustedes, mis queridos lectores, me den su opinión.
Resulta que el otro día vi, yendo hacia una reunión en un cliente, una gráfica en la calle que decía "Corinne Bailey Rae en Argentina". Me emocioné con la noticia, sin saber bien dónde, cuándo ni cuánto. Sin embargo, quizás por los asuntos que daban razón a mi traslado, la visita de la artista no tuvo mayor repercusión en mi cabeza e inmediatamente la ocupé en la raunión.
No fue hasta esta mañana que volvió a mi mente y empecé a buscar los detalles del recital, resultando que toca en el Gran Rex el Martes (!!!) 2 de noviembre, a las 21:00 (
acá la info).
Después de evaluar los costos y ubicaciones, me surgió otro interrogante y de ahí mi cuestionamiento:
Un preconcepto que tengo de lo que debería ser un recital es el agite, el pogo, el sudor y el agotamiento que se vive cuando la banda que seguis se presenta con todo su poder y el mejor repertorio que va a ser coreado por una masa pseudo-inconciente que repite cuales zombies los caprichos del vocalista, estira sus manos inutilmente, sea tratando de alcanzar al artista o bien enfocando las manos cual pantallas radáricas por las que también va a recibir la música o la gracia divina de los míticos personajes manifestados sobre el escenario.
Dicha imagen, contrasta bastante con la fantasía que tengo del mentado espectáculo, suponiendo que las butacas deben ser respetadas al grito ofuscado de espectadores que vinieron a ver un espectáculo tranquilo, un repertorio cuyo punto álgido se va a dar cuando toque su mega-hit (?):
Put Your Records On.
No estoy menospreciando el espectáculo; si estoy haciendo este planteo es porque me gusta su música; lo que me pregunto es hasta qué punto es preferible escucharla en vivo, sentado como un pancho; y hasta qué punto no me conviene estar sentado, comiendo un pancho y escuchándola desde el CD.