En algún momento del año pasado, yo me dirigía a mis vacaciones (no voy a decir "bien merecidas", porque en algún fuera de oficina de Outlook utilicé esa frase y casi me despiden) y logré ver desde la altura del avión en que viajaba, la ubicación precisa del edificio donde trabajo.
En esa exaltación de los chicos de sentirse superiores a los demás mortales, no hice el ya remanido infantilismo de suponerme un gigante y aplastar con la yema de mi pulgar el edificio entero, pero si se aceleraban mis pulsaciones de pensar que mientras yo estaba ya camino a mis vacaciones, habría quienes estarían entrando a la rutina laboral...
Lejos de esa sensación, hoy por hoy, mi corazón no se acelera de pensar en las hormígueas personitas yendo a su trabajo, sino más bien se lamenta de ser una hormiga que desea ser cigarra, al menos hasta que llegue el invierno. En un vuelo mucho más rasante, mi consuelo es que falta poco para disfrutar submarinos en la cama, viendo alguna peli pochoclera tapado hasta la pera... falta poco... falta...
3 comentarios:
Uhhhhh siiiii con una colchita de polar...
Perdón, cómo sabe de mi colcha de polar, color verde lima?!?!?!
admirable!
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